Ottawa, 24 sep (Prensa Latina) Levantar la vista al cielo en medio de las noches de octubre y hasta marzo en la ciudad de Whitehorse, en el norte de Canadá, es suficiente para poder admirar el espectáculo de luces conocido como aurora boreal.
La manera más rápida de llegar a ese territorio es desde Vancouver, y una vez allí, diversas operadoras ofrecen al visitante recorridos guiados para el avistamiento del fenómeno natural, además de actividades como paseos en motonieves, caminatas y otros deportes al aire libre.
De acuerdo con sitios especializados, el mejor momento del día para observar las luminiscencias es unas dos horas antes y después de la medianoche, y pueden durar desde 30 segundos hasta varias horas.
Cuenta una leyenda que los vikingos consideraban a las auroras boreales como la armadura de las valquirias (vírgenes guerreras); el pueblo sami creía que eran producidas por la cola de un zorro al golpear la nieve; en tanto los esquimales interpretan símbolos de la llegada de nuevos espíritus.
En realidad, el fenómeno ocurre cuando las partículas cargadas por el sol chocan contra la atmósfera de la Tierra y el campo magnético las dirige hacia los polos.
Su nombre proviene de Aurora, la diosa romana del amanecer, y Bóreas, el dios griego del viento frío del norte.
Los lugares ideales para apreciar esos tonos de verde, amarillo, azul, púrpura y rojizo son los cercanos al círculo polar ártico, donde se registran hasta 200 noches con auroras boreales al año, con los países escandinavos como referente.
Whitehorse es considerada puerta de entrada a otras zonas como Alaska y constituye la capital de Yukón, territorio famoso por sus bosques inmensos, glaciares y por tener una población de cerca de 34 000 habitantes distribuidos en un área casi tan extensa como España o Suecia.
La aventura en esta tierra salvaje también incluye expediciones en canoa y kayak, y su centro alberga la Old Log Church, única catedral de estilo cabaña de troncos en el mundo.
(Tomado de Orbe)